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Impresiones y opiniones de Kingdom Come: Deliverance 2, el RPG medieval con enfoque realista de Warhorse que aspira a convertirse en el primer gran juego de 2025.
2025 no ha hecho más que empezar, pero nosotros ya estamos embarcados en la que tiene papeletas para convertirse en una de las mejores aventuras del año: Kingdom Come: Deliverance 2.
En Warhorse confían tanto en esta secuela, que han mandado los códigos de análisis con un mes de antelación (algo que, como seguramente sabéis, no es en absoluto normal y desde luego nosotros lo agradecemos muchísimo) de ahí que llevemos ya unas cuantas horas explorando la Bohemia del siglo XV.
Lógicamente, sólo podemos hablaros del principio del juego, así que no os preocupéis porque no va a haber destripes importantes. Pero estas primeras horas ya nos han permitido hacernos una buena idea de las novedades que incluye, su envergadura y hasta qué punto logra superar al primero.
Y, por encima de todo, lo que nos ha quedado claro desde el minuto uno es que Kingdom Come: Deliverance 2 es un juego megaambicioso. Vamos a verlo.
Impresiones finales de Kingdom Come: Deliverance 2
La historia tiene lugar inmediatamente tras el final del primer juego y vuelve a ponernos en el papel de Henry de Skalice, que junto a su señor y amigo Hans Capon, se dirige al castillo de Trosky para entregarle una misiva a Otto von Bergow.
Por el camino la cosa se tuerce y Henry pierde todas sus pertenencias y termina herido de gravedad. Esta es la excusa para que el personaje vuelva a empezar de cero, porque al fin y al cabo Kingdom Come: Deliverance 2 es un RPG y no tendría mucho sentido que empezásemos el juego al mismo nivel que terminamos el anterior.
Pero antes de entrar en mecánicas jugables, tengo que decirlo: virgen santísima, qué doblaje al español tiene este juego. Lo digo completamente en serio: nada más empezar y ver las primeras escenas de vídeos dobladas al castellano se te ponen los pelos de punta. Y el nivel se mantiene durante el resto del juego o, al menos, durante estas primeras horas.
El hecho de que Kingdom Come: Deliverance 2 tenga voces en español también es toda una declaración de intenciones, porque hablamos de un juego descomunal. Un RPG con el que no hace falta ser adivinos para saber que vamos a estar aquí metidos durante cientos de horas, así que la cantidad de líneas de diálogo también ha de ser absurda.
Pero ese es el tono que transmite esta secuela desde los primeros minutos: al contrario que el primer juego, esto es una superproducción en toda regla. Un juego AAA, vaya (o AAAA, como dirían algunos hoy en día).
Eso sí, en lo jugable es un título muy particular… aunque eso ya lo saben quienes jugaron al primero. La forma más rápida y burda de describirlo sería "como Skyrim, pero realista" porque uno de los aspectos más llamativos de la obra de Warhorse es que se aleja por completo de la fantasía, la magia y demás elementos tan habituales en los juegos de rol.
Pero no sólo en lo que a la historia se refiere, que está basada en hechos reales e incluye personajes que existieron de verdad, como el propio Otto von Bergow o Hans Capon, sino también en lo que respecta a las mecánicas de juego.
En Kingdom Come Deliverance 2 se pueden fabricar pociones, afilar armas o incluso forjar las nuestras propias, pero lejos de ser una simple acción, aquí todo ello está representado mediante elaborados minijuegos. De hecho, llamarlo minijuegos quizás sea un poco irrespetuoso, pues son procesos muy elaborados que requieren toda nuestra atención y un poco de práctica.
Lo mismo se aplica a los combates, que mantienen un sistema basado en direcciones para representar los ataques de espada desde distintos flancos. Es un sistema lento y metódico, sí, pero también muy satisfactorio cuando le vamos cogiendo el tranquillo. Y sobra decir que, dado que se apuesta por el realismo, los combates son muy difíciles.
En las primeras horas de juego, sobrevivir a un simple asaltacaminos ya supone todo un reto y enfrentarse a un grupo de dos o más forajidos es, directamente, una misión imposible.
Pero al final esa es una de las gracias, como también lo es el hecho de que los NPC reaccionen a la ropa que llevamos puesta (o a si está manchada de sangre), que nos llamen la atención en cuanto entramos en una propiedad sin permiso o que se den cuenta rápidamente de que hemos cogido algo que no nos pertenece.
Y, por supuesto, también hay mucho paseito por el campo… sin que pase gran cosa.
Todo esto hace que Kingdom Come: Deliverance 2 sea un juego difícil y lento, a veces también un poco tosco y bastante poco amigable en lo que se refiere a la navegación y legibilidad de los menús, pero también hace que sea una experiencia extremadamente inmersiva. Una vez que su propuesta consigue hacer click, se convierte, básicamente, en el mejor simulador medieval que existe.
Por hacer la comparación con un título reciente, Kingdom Come: Deliverance 2 es a los RPG medievales lo que STALKER 2 es a los RPG postapocalípticos. Ambos son juegos que exigen mucho de nosotros y en los que debemos dedicar tiempo a entender cómo funcionan para poder disfrutarlos. Pero una vez pasamos esa barrera, que sean tan duros, es lo que lo hace tan especiales.
La ambientación también contribuye a la sensación de inmersión, porque es magnífica, pero hay que destacar las rutinas de los NPCs, un aspecto que no es novedoso como tal, pero que no deja de ser muy sorprendente. Porque cuando visitas un pueblo y, después de charlar con el herrero, ves cómo por la noche se va a su casa a cenar con su mujer, no puedes evitar sentir que estás dentro de un mundo vivo.
Esto nos lleva a hablar del aspecto que más nos ha sorprendido de Kingdom Come: Deliverance 2 hasta el momento, y es la forma en que las decisiones perfilan la trama y el mundo a nuestro alrededor. Una vez más, esto no es nuevo, pero sorprende porque en Warhorse han tratado de aspirar a lo más alto. Y cuando hablamos de lo más alto, hablamos de niveles propios de un Baldur's Gate 3.
Por exagerado que suene, durante estas primeras horas nos hemos topado constantemente con situaciones que eran (o al menos, lo parecían) fruto de nuestras decisiones… y no siempre tomadas durante conversaciones. Porque los NPCs no son tontos y se dan cuenta de cosas como si llevamos una armadura puesta… o una espada en la mano.
Esto da lugar a ese efecto tan bonito de querer jugarlo al mismo tiempo que un amigo (o amigos), porque cada vez que contemplas una situación loca que ha sido fruto de una decisión propia o te topas con algo por casualidad, quieres salir corriendo a contárselo a alguien y saber qué hicieron ellos.
A su vez tiene otro efecto no tan bonito, y es que un RPG tan grande, con tantas rutinas, decisiones y posibilidades, se traduce en bugs. Nos hemos topado con unos cuantos; no tantos como para decir que sea un juego roto, pero sí hemos visto muchos comportamientos de NPCs que no se correspondían con las decisiones que habíamos tomado o, directamente, hacían cosas raras, se atascaban en el escenario y ese tipo de cosas que rompen la inmersión.
También hay un bug visual que hace que en algunos momentos la iluminación cambie durante un par de segundos en las conversaciones y todo se oscurezca, pero lo cierto es que, quitando eso, el apartado técnico en PS5 está siendo muy bueno. El juego ofrece dos modos visuales: calidad y rendimiento, y jugando en rendimiento por ahora la cosa está yendo sin problemas.
Y, en cualquier caso, los bugs no nos preocupan demasiado porque queda un mes para el lanzamiento y seguro que en estos momentos están trabajando para pulir el juego al máximo.
No nos cabe duda de que, como el primer Kingdom Come: Deliverance, esta segunda parte no va a ser un juego para todo el mundo. Pero también creemos que gracias a sus renovados aires de superproducción, su tono épico, las mejoras en la jugabilidad, su enfoque único y ese magnífico doblaje al castellano, esta vez puede llegar a un mayor público.
Como reza la frase que actúa como leit motiv de la historia: la fortuna sonríe a los valientes. Y ese bien puede haber sido el lema que han seguido en Warhorse a la hora de trabajar en Kingdom Come: Deliverance 2, porque está claro que ambición no les falta.
Nosotros, por el momento, nos retiramos a seguir viviendo aventuras medievales, pero dentro de unas semanas os daremos nuestra valoración definitiva en el análisis y descubriremos si la fortuna ha estado de su parte.
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